sábado, 11 de mayo de 2013



¡¡HAMBRE!!

                                                                                                                        Ulrico Schmidl

Después que volvimos nuevamente a nuestro campamento (Buenos Aires), se repartió toda la gente; la que era para la guerra se empleó en la guerra y la que era para el trabajo se empleó en el trabajo. Allí se levantó una ciudad con una casa fuerte para nuestro capitán don Pedro de Mendoza, y un muro de tierra en torno a la ciudad, de una altura como la que puede alcanzar un hombre con una espada en la mano. Este muro era de tres pies de de ancho, y lo que hoy se levantaba, mañana se venía al suelo.

Además, la gente no tenía qué comer y se moría de hambre y padecía gran escasez, al extremo que los caballos no podían utilizarse. Fue tal la pena y el desastre del hambre, que no bastaron ni ratas ni ratones, víboras y otras sabandijas; hasta los zapatos y cueros, todo tuvo que ser comido.

Sucedió que tres españoles robaron un caballo y se lo comieron a escondidas; y así que esto se supo, se les prendió y se les dio tormento para que confesaran. Entonces se pronunció la sentencia de que se ajusticiara a los tres españoles y se les colgara en una horca. Así se cumplió y se les ahorcó.

Ni bien se los había ajusticiado, y se hizo la noche y cada uno se fue a su casa, algunos otros españoles cortaron los muslos y otros pedazos del cuerpo de los ahorcados, se los llevaron a sus casas y allí los comieron.

También ocurrió entonces que un español comió a su propio hermano que había muerto. Esto ha sucedido en el año de 1535, en el día de Corpus Christi, en la referida ciudad de Buenos Aires.

Relación del viaje a Río de la Plata, por Ulrico Schmidl, Edición de Lorenzo E. López. Historia 16. Madrid, 1985. p.141.

De manera más escueta esta historia la cuenta también Ruy Díaz de Guzmán:
En este tiempo padecían en Buenos Aires cruel hambre, porque faltándoles totalmente la ración, comían sapos, culebras y las carnes podridas que hallaban en los campos, de tal manera, que los excrementos de los unos comían los otros, viniendo a tanto extremo de hambre como en tiempo que Tito y Vespasiano tuvieron cercada a Jerusalén: comieron carne humana.

Así le sucedió a esta mísera gente, porque los vivos se sustentaban de la carne de los que morían, y aún de los ahorcados por justicia, sin dejarle más de los huesos, y tal vez hubo hermano que sacó la asadura y entrañas a otro que estaba muerto para sustentarse con ella. (A este último párrafo, Enrique de Gandía agrega una escueta nota: “Es la historia real de Diego González Baytos, que hemos podido confirmar.”)

Argentina, por Ruy Díaz de Guzmán, Edición de Enrique de Gandía. Historia 16. Madrid, 1986. p. 122.

NOTA
Ulrico Schmidl o Schmidel, alemán, se ignora la fecha de su nacimiento, pero debió contar con algo más de 23 años cuando en 1534 se embarcó para las Indias. Hizo el recorrido viajando en una armada de diez y seis naves, al mando del Capitán General Pedro Mendoza.

Su principal campo de acción fueron territorios que hoy pertenecen a la Argentina y a Paraguay (estuvo presente en la fundación de ciudades, en especial de Buenos Aires y Asunción), actuando sucesivamente bajo las órdenes de Pedro Mendoza, Juan Ayolas, Alvar Núñez Cabeza de Vaca y Domingo Martínez de Irala.

En julio de 1552 recibe una carta de su hermano pidiéndole regresar al hogar; obtiene licencia de su capitán y cinco meses después, el 26 de diciembre de 1552, inicia el viaje de retorno, ilustrativa de los tiempos empleados en desplazamientos entre Europa y América.

Seis meses más tarde, luego de recorrer a pie desde el campamento de Irala hasta un puerto portugués en el Brasil, consigue lugar en un barco que navega con rumbo a Europa. Llega a Lisboa el 30 de setiembre de 1553 y tres meses más tarde a Cádiz, donde se salva de morir al no embarcarse en un navío que naufragó, pero en el que perdió todas sus pertenencias, incluyendo a sus esclavos y “hasta mis papagayos que había traído de las Indias”.

Trece meses más tarde de su salida de Asunción, Ulrico Schmidl desembarcó en Amberes y desde ahí se encaminó a su tierra natal, Straubing, en Baviera. Se ignora la fecha de su muerte que, tentativamente, se ha fijado en 1581

Su libro, Viaje al Río de la Plata (y Paraguay), lo terminó de escribir en 1564, y fue incluido en una colección alemana de viajes en 1567. La primera edición en castellano se debió a Andrés González Barcia, quien lo hizo figurar en Historiadores primitivos de las Indias Occidentales, en 1749. Desde entonces se hicieron nuevas ediciones, siendo las más señaladas la de 1836 (Angelis), la de 1903 (Lafone-Mitre) y la de 1938 (Gollçán-Wernicke).

El libro de Schmidl se considera un escrito de intención autobiográfica, pero muy útil para hacerse una idea del ambiente existente en las cabalgadas, batallas y exploraciones de la época por las actuales tierras de Argentina y Paraguay.

Esteve Barba considera que el libro está escrito de un modo conciso y familiar, desaliñado, pero con sencillez y vivacidad, y, exagerando, concluye que, aunque guardando las distancias, el autor es “el Bernal Díaz alemán”, lo cual es un despropósito.

Durante años se consideró que todas las fechas dadas por Schmidl eran falsas y se le acusó de ser incapaz de aprender y escribir una palabra en castellano. Un estudioso paraguayo, Vicente Pistillis, explicó que las referencias temporales utilizadas en el Viaje al Río de la Plata, correspondían a un calendario diferente al gregoriano, el juliano a nativitate. Basta con sumar un año a la fecha dada por Schmidl y restar una semana para hacerla concordar que la que hoy es vigente.

Con respecto a las palabras castellanas, Edmundo Wernicke demostró que lo considerado como erratas son palabra escritas en alemán para que su sonido correspondiera al original castellano: cristali para leerse cristal y reise para leerse raíz, por ejemplo. 

El capítulo IX del libro de Schmidl, titulado aquí “¡¡Hambre!!”, es una patética ilustracion de las permanentes penurias vividas durante los años de la conquista de territorios argentinos y paraguayos, y en general de toda Sudamérica. Fue un continuo padecimiento por el cual murió una gran cantidad de  soldados, indios y esclavos, en diversos lugares y ocasiones. La antropofagia, el canibalismo, representó un recurso de salvación, jamás desdeñado por las huestes conquistadoras que recorrieron las Indias.

· Prólogos de los editores en las citadas publicaciones de Historia 16.
· Viaje al Río de la Plata. Ulico Schmidl. Emecé Editores, Colección Buen Aire. Buenos Aires, 1942.
· Utz Schmidl. Su vida, sus viajes, su obra. Federico B. Kirbus y Nicolás Cócaro. Buenos Aires, 1984. 139 págs.

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