¡¡HAMBRE!!
Ulrico Schmidl
Después que volvimos nuevamente a
nuestro campamento (Buenos Aires), se repartió toda la gente; la que era para
la guerra se empleó en la guerra y la que era para el trabajo se empleó en el
trabajo. Allí se levantó una ciudad con una casa fuerte para nuestro capitán
don Pedro de Mendoza, y un muro de tierra en torno a la ciudad, de una altura
como la que puede alcanzar un hombre con una espada en la mano. Este muro era
de tres pies de de ancho, y lo que hoy se levantaba, mañana se venía al suelo.
Además, la gente
no tenía qué comer y se moría de hambre y padecía gran escasez, al extremo que
los caballos no podían utilizarse. Fue tal la pena y el desastre del hambre,
que no bastaron ni ratas ni ratones, víboras y otras sabandijas; hasta los
zapatos y cueros, todo tuvo que ser comido.
Sucedió que tres
españoles robaron un caballo y se lo comieron a escondidas; y así que esto se
supo, se les prendió y se les dio tormento para que confesaran. Entonces se
pronunció la sentencia de que se ajusticiara a los tres españoles y se les
colgara en una horca. Así se cumplió y se les ahorcó.
Ni bien se los
había ajusticiado, y se hizo la noche y cada uno se fue a su casa, algunos
otros españoles cortaron los muslos y otros pedazos del cuerpo de los
ahorcados, se los llevaron a sus casas y allí los comieron.
También ocurrió
entonces que un español comió a su propio hermano que había muerto. Esto ha
sucedido en el año de 1535, en el día de Corpus Christi, en la referida ciudad
de Buenos Aires.
Relación
del viaje a Río de la Plata, por Ulrico Schmidl, Edición de Lorenzo E. López.
Historia 16. Madrid, 1985. p.141.
De manera más escueta
esta historia la cuenta también Ruy Díaz de Guzmán:
En este tiempo padecían en Buenos Aires
cruel hambre, porque faltándoles totalmente la ración, comían sapos, culebras y
las carnes podridas que hallaban en los campos, de tal manera, que los
excrementos de los unos comían los otros, viniendo a tanto extremo de hambre
como en tiempo que Tito y Vespasiano tuvieron cercada a Jerusalén: comieron
carne humana.
Así le sucedió a
esta mísera gente, porque los vivos se sustentaban de la carne de los que
morían, y aún de los ahorcados por justicia, sin dejarle más de los huesos, y
tal vez hubo hermano que sacó la asadura y entrañas a otro que estaba muerto
para sustentarse con ella. (A este último párrafo, Enrique de Gandía agrega una
escueta nota: “Es la historia real de Diego González Baytos, que hemos podido
confirmar.”)
Argentina, por Ruy Díaz de
Guzmán, Edición de Enrique de Gandía. Historia 16. Madrid, 1986. p. 122.
NOTA
Ulrico
Schmidl o Schmidel, alemán, se ignora la fecha de su nacimiento, pero debió
contar con algo más de 23 años cuando en 1534 se embarcó para las Indias. Hizo
el recorrido viajando en una armada de diez y seis naves, al mando del Capitán
General Pedro Mendoza.
Su principal campo de acción
fueron territorios que hoy pertenecen a la Argentina y a Paraguay (estuvo
presente en la fundación de ciudades, en especial de Buenos Aires y Asunción),
actuando sucesivamente bajo las órdenes de Pedro Mendoza, Juan Ayolas, Alvar
Núñez Cabeza de Vaca y Domingo Martínez de Irala.
En julio de 1552 recibe una carta
de su hermano pidiéndole regresar al hogar; obtiene licencia de su capitán y
cinco meses después, el 26 de diciembre de 1552, inicia el viaje de retorno,
ilustrativa de los tiempos empleados en desplazamientos entre Europa y América.
Seis meses más tarde, luego de
recorrer a pie desde el campamento de Irala hasta un puerto portugués en el
Brasil, consigue lugar en un barco que navega con rumbo a Europa. Llega a
Lisboa el 30 de setiembre de 1553 y tres meses más tarde a Cádiz, donde se
salva de morir al no embarcarse en un navío que naufragó, pero en el que perdió
todas sus pertenencias, incluyendo a sus esclavos y “hasta mis papagayos que
había traído de las Indias”.
Trece meses más tarde de su
salida de Asunción, Ulrico Schmidl desembarcó
en Amberes y desde ahí se encaminó a su tierra natal, Straubing, en Baviera. Se
ignora la fecha de su muerte que, tentativamente, se ha fijado en 1581
Su libro, Viaje al Río de la Plata (y
Paraguay), lo terminó de escribir en 1564, y fue incluido en una colección
alemana de viajes en 1567. La primera edición en castellano se debió a Andrés
González Barcia, quien lo hizo figurar en Historiadores
primitivos de las Indias Occidentales, en 1749. Desde entonces se hicieron
nuevas ediciones, siendo las más señaladas la de 1836 (Angelis), la de 1903
(Lafone-Mitre) y la de 1938 (Gollçán-Wernicke).
El libro de Schmidl se considera
un escrito de intención autobiográfica, pero muy útil para hacerse una idea del
ambiente existente en las cabalgadas, batallas y exploraciones de la época por
las actuales tierras de Argentina y Paraguay.
Esteve Barba considera que el
libro está escrito de un modo conciso y familiar, desaliñado, pero con
sencillez y vivacidad, y, exagerando, concluye que, aunque guardando las
distancias, el autor es “el Bernal Díaz alemán”, lo cual es un despropósito.
Durante años se consideró que
todas las fechas dadas por Schmidl eran falsas y se le acusó de ser incapaz de
aprender y escribir una palabra en castellano. Un estudioso paraguayo, Vicente
Pistillis, explicó que las referencias temporales utilizadas en el Viaje al Río de la Plata, correspondían
a un calendario diferente al gregoriano, el juliano a nativitate. Basta con sumar un año a la fecha dada por Schmidl y
restar una semana para hacerla concordar que la que hoy es vigente.
Con respecto a las palabras
castellanas, Edmundo Wernicke demostró que lo considerado como erratas son
palabra escritas en alemán para que su sonido correspondiera al original castellano:
cristali para leerse cristal y reise para leerse raíz, por ejemplo.
El capítulo IX del libro de
Schmidl, titulado aquí “¡¡Hambre!!”, es una patética ilustracion de las
permanentes penurias vividas durante los años de la conquista de territorios
argentinos y paraguayos, y en general de toda Sudamérica. Fue un continuo
padecimiento por el cual murió una gran cantidad de soldados, indios y esclavos, en diversos
lugares y ocasiones. La antropofagia, el canibalismo, representó un recurso de
salvación, jamás desdeñado por las huestes conquistadoras que recorrieron las
Indias.
· Prólogos
de los editores en
las citadas publicaciones de Historia 16.
· Viaje
al Río de la Plata. Ulico
Schmidl. Emecé Editores, Colección Buen Aire. Buenos Aires, 1942.· Utz Schmidl. Su vida, sus viajes, su obra. Federico B. Kirbus y Nicolás Cócaro. Buenos Aires, 1984. 139 págs.
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